Estoy convencida de que nosotros mismos creamos todo lo que llamamos
«enfermedad». El cuerpo, como todo en la vida, es un espejo de nuestras
ideas y creencias. El cuerpo está siempre hablándonos; sólo falta que
nos molestemos en escucharlo. Cada célula de su cuerpo responde a cada
una de las cosas que usted piensa y a cada palabra que dice.
Cuando un modo de hablar y de pensar se hace continuo, termina expresándose en comportamientos y posturas corporales, en formas de estar y de «mal estar». La persona que tiene continuamente un gesto ceñudo no se lo creó teniendo ideas alegres ni sentimientos de amor. La cara y el cuerpo de los ancianos muestra con toda claridad la forma en que han pensado durante toda una vida. ¿Qué cara tendrá usted a los ochenta años?
Cuando un modo de hablar y de pensar se hace continuo, termina expresándose en comportamientos y posturas corporales, en formas de estar y de «mal estar». La persona que tiene continuamente un gesto ceñudo no se lo creó teniendo ideas alegres ni sentimientos de amor. La cara y el cuerpo de los ancianos muestra con toda claridad la forma en que han pensado durante toda una vida. ¿Qué cara tendrá usted a los ochenta años?
En
este capítulo no sólo incluyo mi lista de «modelos mentales probables»
que crean enfermedades en el cuerpo, sino también los «nuevos modelos o
afirmaciones mentales» que se han de usar para crear salud, y que ya
aparecieron en mi libro Curar el cuerpo. Además de estas breves
enumeraciones, me detendré en algunas de las afecciones más comunes,
para darles una idea de cómo nos creamos estos problemas.
No
todos los equivalentes mentales son válidos en un ciento por ciento
para todos. Sin embargo, nos servirán como punto de referencia para
comenzar a buscar la causa de la enfermedad. En Estados Unidos muchas
personas que trabajan en el campo de las terapias alternativas usan mi
libro Curar el cuerpo en su trabajo cotidiano, y encuentran que las
causas mentales explican entre un noventa y un noventa y cinco por
ciento de los casos
La cabeza nos representa. Es lo que mostramos al mundo, la parte de nuestro cuerpo por la cual generalmente nos reconocen. Cuando algo anda mal en la región de la cabeza, suele significar que sentimos que algo anda mal en «nosotros».
El
pelo representa la fuerza. Cuando estamos tensos y asustados, es
frecuente que nos fabriquemos estas «bandas de acero» que se originan en
los músculos de los hombros y desde allí suben a lo alto de la cabeza; a
veces incluso rodean los ojos. El pelo crece desde los folículos
pilosos, y cuando hay mucha tensión en el cuero cabelludo, puede estar
sometido a una presión tal que no le deja respirar, provocando así su
muerte y su caída. Si la tensión se mantiene y el cuero cabelludo no se
relaja, el folículo sigue estando tan tenso que el pelo nuevo no puede
salir, y el resultado es la calvicie. En las mujeres, la calvicie ha ido en aumento desde que empezaron a entrar en el «mundo de los negocios», con todas sus tensiones y frustraciones, aunque no se hace tan evidente en ellas porque las pelucas para mujeres son sumamente naturales y atractivas. Lamentablemente, los postizos masculinos todavía son demasiado visibles desde bastante lejos.Estar
tenso no es ser fuerte. La tensión es debilidad. Estar relajado,
centrado y sereno, eso es ser realmente fuerte. Sería bueno que todos
relajásemos más el cuerpo, y muchos necesitamos también relajar el cuero
cabelludo.Inténtelo.
Dígale a su cuero cabelludo que se relaje, y observe si hay alguna
diferencia. Si tiene una sensación perceptible de relajación, yo le
diría que practique con frecuencia este ejercicio.
Los
oídos representan la capacidad de oír. Cuando hay problemas con los
oídos, eso suele significar que a uno le está pasando algo de lo que no
se quiere enterar. El dolor de oídos indica que lo que se oye provoca
enfado.Se
trata de un dolor común en los niños, que a menudo tienen que oír en
casa cosas que realmente no quieren escuchar. Con frecuencia, las
normas de la casa prohíben a los niños expresar su enojo, y su
incapacidad para cambiar las cosas les provoca el dolor de oídos. La
sordera representa una negativa, que puede venir de mucho tiempo atrás,
a escuchar a alguien. Observen que cuando un miembro de una pareja es
«duro de oído», generalmente el otro es charlatán.
Los ojos representan la capacidad de ver, y cuando tenemos problemas con ellos eso significa, generalmente, que hay algo que no queremos ver, ya sea en nosotros o en la vida, pasada, presente o futura.
Siempre
que veo niños pequeños que usan gafas, sé que en la casa está pasando
algo que ellos no quieren mirar. Ya que no pueden cambiar la situación,
encuentran la manera de no verla con tanta claridad.
Muchas
personas han tenido experiencias de curación impresionantes cuando se
han mostrado dispuestas a retroceder en el pasado para hacer una
«limpieza», y tirar aquello que no querían ver uno o dos años antes de
que tuvieran que empezar a usar las gafas.
¿No
estará usted negando algo que sucede en su presente? ¿Qué es lo que no
quiere enfrentar? ¿Tiene miedo de contemplar el presente o el futuro?
Si pudiera ver con claridad, ¿qué vería que ahora no ve? ¿Puede ver lo
que está haciéndose a sí mismo?
Sería interesante considerar estas preguntas.
Los
dolores de cabeza provienen del hecho de desautorizarnos a nosotros
mismos. La próxima vez que le duela la cabeza, deténgase a pensar cómo y
cuándo ha sido injusto con usted mismo. Perdónese, no piense más en el
asunto, y el color de cabeza volverá a disolverse en la nada de donde
salió.
Las
migrañas o jaquecas se las crean las personas que quieren ser perfectas
y que se imponen a sí mismas una presión excesiva. En ellas está en
juego una intensa cólera reprimida. Es interesante señalar que casi
siempre una migraña se puede aliviar masturbándose, si uno lo hace tan
pronto como el dolor se inicia. La descarga sexual disuelve la tensión
y, por lo tanto, el dolor. Tal vez a usted no le apetezca masturbarse en
ese momento, pero vale la pena probarlo. No se pierde nada.
Los problemas en los senos paranasales, que se manifiestan en la cara, en la zona más próxima a la nariz, significan que a uno lo irrita alguien que es una presencia muy próxima en su vida. Hasta es posible que sienta que esa persona lo está sofocando o aplastando.
Empezamos
por olvidarnos de que las situaciones las creamos nosotros, y entonces
abdicamos de nuestro poder, culpando a otra persona de nuestra
frustración. No hay persona, lugar ni cosa que tenga poder alguno sobre
nosotros, porque en nuestra mente la única entidad pensante somos
nosotros. Nosotros creamos nuestras experiencias, nuestra realidad y
todo lo que hay en ella. Cuando creamos en nuestra mente paz, armonía y
equilibrio, eso es lo que encontramos en la vida.
El
cuello y la garganta son fascinantes porque es mucho lo que pasa en esa
zona. El cuello representa la capacidad de ser flexibles en nuestra
manera de pensar, de ver los diversos aspectos de una cuestión y de
aceptar que otras personas tengan puntos de vista diferentes. Cuando
hay problemas con el cuello, generalmente significan que nos hemos
«atrincherado» en nuestro concepto de una situación.
Cada
vez que veo a alguien que lleva uno de esos «cuellos» ortopédicos, sé
que es una persona muy presuntuosa, que se obstina en no ver el otro
lado de las cosas.
Virginia
Satir, una brillante terapeuta estadounidense, dice que tras algunas
investigaciones «caseras» descubrió que hay más de 250 maneras
diferentes de fregar platos, que dependen de quién los friegue y de lo
que use. Si nos empeñamos en creer que no hay más que «una manera» o
«un solo punto de vista», estamos cerrando una puerta que deja fuera la
mayor parte de la vida.
La garganta representa nuestra capacidad de «defendernos» verbalmente, de pedir lo que queremos, de decir «yo soy», etcétera. Cuando tenemos problemas con ella, eso significa generalmente que no nos sentimos con derecho a hacer esas cosas. Nos sentimos inadecuados para hacernos valer.El dolor de garganta es siempre enfado. Si además hay un resfriado, existe también confusión mental.
La
garganta representa también el fluir de la creatividad en nuestro
cuerpo. Es el lugar del cuerpo donde expresamos nuestra creatividad, y
cuando la frustramos y la sofocamos, es frecuente que tengamos problemas
de garganta. Todos sabemos cuántas personas hay que viven toda su vida
para los demás, sin hacer jamás lo que quieren. Siempre están
complaciendo a madres, cónyuges, amantes o jefes. La amigdalitis y los
problemas tiroideos no son más que creatividad frustrada, incapaz de
expresarse.
El
centro energético situado en la garganta, el quinto chakra, es el lugar
del cuerpo donde tiene lugar el cambio. Cuando nos resistimos al
cambio, o nos encontramos en pleno cambio, o estamos intentando cambiar,
es frecuente que tengamos mucha actividad en la garganta o cuando oiga
toser a otra persona. Cuando tosa, pregúntese: «¿Qué es lo que se acaba
de decir? ¿A qué estamos reaccionando? ¿Es resistencia y obstinación, o
es que el proceso de cambio se está produciendo?». En mis seminarios,
uso las toses como un medio de autodescubrimiento. Cada vez que alguien
tose, hago que se toque la garganta y diga en voz alta: «Estoy
dispuesto a cambiar» o «Estoy cambiando».
Los
brazos representan nuestra habilidad y nuestra aptitud para abrazar las
experiencias y vivencias de la vida. El brazo tiene que ver con las
aptitudes, y el antebrazo con las habilidades. En las articulaciones
almacenamos las viejas emociones, y los codos representan nuestra
flexibilidad para cambiar de dirección. ¿Es usted flexible para cambiar
de dirección en la vida, o las viejas emociones lo mantienen atascado
en un mismo punto?
Las
manos sujetan, sostienen, estrechan, aterran. Dejamos que las cosas se
nos escurran de entre los dedos, o nos aferramos a ellas durante
demasiado tiempo. Somos manirrotos, actuamos con mano dura, tenemos las
manos de mantequilla, nos manejamos bien o somos incapaces de manejar
nada.
Sujetamos
algo por la manija, damos manotazos, castigamos a alguien por tener la
mano larga o le echamos una mano, guardamos las cosas a mano, tenemos
buena o mala mano, alguien es un manotas o nuestra mano derecha.
Las
manos pueden ser suaves y flexibles o estar endurecidas y nudosas por
exceso de cavilaciones o retorcidas por la artritis y el espíritu
crítico. Las manos crispadas son las manos del miedo; miedo a perder, a
no tener nunca lo suficiente, a que lo que se tiene se vaya si no lo
sujetamos firmemente.
Aferrarse
demasiado a una relación no sirve más que para hacer que la otra
persona huya, desesperada. Las manos fuertemente crispadas no pueden
recibir nada nuevo. Sacudir las manos libremente, sueltas desde las
muñecas, da una sensación de aflojamiento y de apertura.
Lo que le pertenece no puede serle arrebatado, así que relájese.
Los dedos tienen cada uno su significado. Los problemas en los dedos nos dicen dónde hay necesidad de relajarse y desentenderse.
Si se hace un corte en el índice, es probable que haya en usted algún temor relacionado con su yo en alguna situación presente.El índice es el yo, y el miedo.
El dedo del medio tiene que ver con el sexo y con la cólera. Cuando esté enojado, cójase el dedo del medio y verá cómo se disuelve el enojo. Coja el de la mano derecha si el enojo es con un hombre, y el de la mano izquierda si es con una mujer.
La
espalda representa nuestro sistema de apoyo. Tener problemas con ella
significa generalmente que no nos sentimos apoyados, ya que con
demasiada frecuencia creemos que sólo encontramos apoyo en nuestro
trabajo, en la familia o en nuestra pareja, cuando en realidad contamos
con el apoyo total del Universo, de la Vida misma.
La
parte superior de la espalda tiene que ver con la sensación de no
tener apoyo emocional. «Mi marido (mujer, amante, amigo o jefe) no me
entiende o no me apoya.»
La
parte media se relaciona con la culpa, con todo eso que dejamos a
nuestras espaldas. ¿Tiene usted miedo de ver lo que hay allí detrás, a
sus espaldas? ¿Quizá se lo está ocultando? ¿Se siente apuñalado por la
espalda?
¿Se
encuentra realmente agotado? Sus finanzas, ¿están hechas un lío, o
usted se preocupa excesivamente por ellas? Entonces, es probable que
tenga molestias en la zona lumbar. La causa está en la falta de dinero o
el temor de no tener lo suficiente. La cantidad que usted tenga no
tiene nada que ver con eso.
Hay
tanta gente que siente que el dinero es lo más importante que hay en
la vida, y que no podríamos vivir sin él... Pero eso no es cierto. Hay
algo mucho más importante y más precioso para nosotros, sin lo cual no
podríamos vivir. ¿Qué es? Pues, el aire.
El
aire es la sustancia más preciosa para la vida, y sin embargo, cuando
lo exhalamos estarnos seguros de que habrá más aire para seguir
respirando. Si no lo hubiera, no duraríamos ni tres minutos. Pues
entonces, si el Poder que nos ha creado nos ha dado el aire y la
capacidad de respirar suficiente para todo el tiempo que hayamos de
vivir, ¿no podemos confiar en que también todas nuestras demás
necesidades están previstas?
Los pulmones representan nuestra capacidad de recibir y dar vida. Los
problemas pulmonares suelen significar que tenemos miedo de recibir la
vida, o quizá que nos sentimos sin derecho a vivir plenamente.
Las
mujeres se han caracterizado tradicionalmente por su respiración
superficial, y con frecuencia se han considerado ciudadanas de segunda
clase, que no tenían derecho a su propio espacio, y en ocasiones, ni a
vivir siquiera. Hoy, todo eso está cambiando. Las mujeres están ocupando
su lugar como miembros de pleno derecho en la sociedad, y están
respirando plena y profundamente.
A
mí me agrada verlas practicar deportes. Las mujeres siempre han
trabajado en el campo, pero hasta donde yo sé, ésta es la primera vez en
la historia que se han incorporado al mundo del deporte. Y es un placer
ver cómo se forman esos cuerpos espléndidos.
El
enfisema y el exceso de tabaco son dos formas de negar la vida que
enmascaran un profundo sentimiento de ser totalmente indigno de existir.
Los reproches no harán que nadie deje de fumar. Lo primero que tiene
que cambiar es esa creencia básica.
Los
pechos representan el principio de la maternidad. Cuando hay problemas
con ellos, eso significa generalmente que nos estamos «pasando» en
nuestro rol de madres, ya sea en relación con una persona, un lugar, una
cosa o una experiencia.
Parte
del proceso que exige el rol de madre es permitir que los hijos
crezcan. Es necesario saber cuándo tenemos que cruzarnos de brazos,
entregarles las riendas y dejarlos en paz. La persona sobreprotectora no
prepara a los demás para enfrentar y manejar su propia experiencia. A
veces hay situaciones en que con nuestra actitud dominante cortamos las
agallas a nuestros hijos.
Si
el problema es el cáncer, lo que está en juego es, además, un profundo
resentimiento. Libérese del miedo, y sepa que en cada uno de nosotros
reside la Inteligencia del Universo.
El
corazón representa el amor, y la sangre el júbilo. El corazón es la
bomba que, con amor, hace que el júbilo circule por nuestras venas.
Cuando nos privamos del amor y el júbilo, el corazón se encoge y se
enfría, y como resultado, la circulación se hace perezosa y vamos camino
de la anemia, la angina de pecho y los ataques cardíacos.
Pero
el corazón no nos «ataca». Somos nosotros los que nos enredamos hasta
tal punto en los dramas que nos creamos que con frecuencia dejamos de
prestar atención a las pequeñas alegrías que nos rodean. Nos pasamos
años expulsando del corazón todo el júbilo, hasta que, literalmente, el
dolor lo destroza. La gente que sufre ataques cardíacos nunca es gente
alegre. Si no se toma el tiempo de apreciar los placeres de la vida, lo
que hace es prepararse un «ataque al corazón».
Corazón
de oro, corazón de piedra, corazón abierto, sin corazón, todo
corazón... ¿cuál de estas expresiones es la que cree que se ajusta más a
usted?
El
estómago se lo traga todo, digiere las ideas y experiencias nuevas que
tenemos. ¿Qué (o quién) es lo que usted no puede tragar? ¿Y lo que le
revuelve el estómago?
Cuando
hay problemas de estómago, eso significa generalmente que no sabemos
cómo asimilar las nuevas experiencias: tenemos miedo.
Muchos
recordamos aún la época en que empezaron a popularizarse los aviones
comerciales. Eso de meternos en un gran tubo metálico que debía
transportarnos sanos y salvos por el cielo era una idea nueva y difícil
de asimilar.
En
cada asiento había bolsas de papel para vomitar, y casi todos las
usábamos, tan discretamente como podíamos, y se las entregábamos bien
dobladitas a las azafatas, que se pasaban buena parte del tiempo
recorriendo el pasillo para recogerlas.
Ahora,
muchos años después, sigue habiendo bolsas en todos los asientos, pero
rara vez alguien las usa, porque ya hemos asimilado la idea de volar.
Las
úlceras no son más que miedo, un miedo tremendo de «no servir para».
Tenemos miedo de no ser lo que quieren nuestros padres o de no
contentar a nuestro jefe. No podemos tragarnos tal como somos, y nos
desgarramos las entrañas tratando de complacer a los demás. Por más
importante que sea nuestro trabajo, interiormente nuestra autoestima es
bajísima, y constantemente nos acecha el miedo de que «nos descubran».
En
este punto, la respuesta es el amor. La gente que se aprueba y se ama a
sí misma jamás tiene úlceras. Sea dulce y bondadoso con el niño que
lleva dentro, y ofrézcale todo el apoyo y estímulo que usted necesitaba
cuando era pequeño.
Los
genitales representan lo que hay de más femenino en una mujer, su
feminidad, o lo que hay de más masculino en un hombre, su masculinidad;
nuestro principio femenino o nuestro principio masculino.
Cuando
no nos sentimos cómodos con nuestra condición de hombres o mujeres,
cuando rechazamos nuestra sexualidad, cuando no aceptamos nuestro
cuerpo por sucio o pecaminoso, es frecuente que tengamos problemas con
la zona genital.
Rara
vez me sucede encontrarme con una persona que haya sido criada en una
casa en donde se llamara a los genitales y a sus funciones por su
verdadero nombre. Todos crecimos rodeados de eufemismos. ¿Recuerda los
que usaban en su casa? Pueden haber sido tan leves como «allí abajo»,
pero también pueden haber sido términos que le hacían sentir que sus
genitales eran sucios y repugnantes. Sí, todos hemos crecido creyendo
que entre las piernas teníamos algo que no estaba del todo bien.
En
este sentido, la revolución sexual que estalló hace unos años fue algo
positivo. Decidimos apartarnos de la hipocresía victoriana y, de
pronto, estaba bien tener vanas parejas, y tanto las mujeres como los
hombres podíamos tener aventuras de una sola noche. Los intercambios
conyugales se hicieron más abiertos, y muchos empezamos a disfrutar, de
una manera nueva y diferente, del placer y de la libertad del cuerpo.
Sin
embargo, pocos pensamos en encararnos con lo que Roza Lamont, fundadora
del instituto de Comunicación Consigo Mismo, llama el «Dios de mamá».
Sea lo que fuere lo que su madre le enseñó sobre Dios cuando usted tenía
tres años, eso sigue estando en usted en un nivel subconsciente, a
menos que conscientemente haya estado trabajando para liberarse de
ello. ¿Era un Dios colérico y vengador? ¿Qué opinión tenía sobre los
asuntos sexuales? Si todavía seguimos andando por el mundo con aquellos
primeros sentimientos de culpa por nuestra sexualidad y nuestro cuerpo,
seguramente iremos en busca de castigos.
Los
problemas anales y de vejiga, las vaginitis y las afecciones del pene y
de la próstata pertenecen todos a la misma dimensión, y provienen de
falsas creencias referentes al cuerpo y a la «corrección» y la
«propiedad» de sus funciones.
Cada
uno de nuestros órganos es una magnífica expresión de la vida. Si no se
nos ocurre pensar que los ojos o el hígado sean sucios o pecaminosos,
¿por qué hemos de pensarlo de nuestros genitales?
El
ano es tan hermoso como el oído. Sin el no tendríamos manera de
deshacernos de lo que el cuerpo ya no necesita, y muy pronto nos
moriríamos. Cada parte y cada función de nuestro cuerpo es perfecta y
normal, natural y hermosa.
A
mis clientes con problemas sexuales les digo que empiecen a
relacionarse con órganos como el recto, el pene o la vagina con un
sentimiento de amor, apreciando sus funciones y su belleza. Y si usted
comienza a ponerse tenso o a encolerizarse al leer esto, pregúntese por
qué. ¿Quién le dijo que negase una parte cualquiera de su cuerpo? Dios
no, ciertamente. Nuestros órganos sexuales fueron creados no sólo para
reproducirnos, sino también para darnos placer.
Negar
esto es crear sufrimiento y castigo. La sexualidad no sólo está bien;
es algo glorioso, maravilloso. Es normal que usemos nuestros órganos
sexuales, como lo es que respiremos o que comamos.
Por un momento, intente visualizar la vastedad del Universo. Es algo
que excede nuestra comprensión. Ni siquiera los científicos más
importantes, con los equipos más avanzados, pueden llegar a medir su
tamaño. Dentro de este Universo hay muchísimas galaxias.
En
una parte de las galaxias más pequeñas, en un rincón apartado, hay un
sol muy de segundo orden, alrededor del cual giran unos cuantos granos
de arena. Uno de ellos es el planeta Tierra.
A
mí se me hace difícil creer que la vasta, increíble Inteligencia que
creó la totalidad de este Universo no sea más que un anciano sentado
sobre una nube, por encima de la Tierra, y que esté... ¡vigilando mis
órganos sexuales!
Y, sin embargo, cuando éramos niños, a muchos nos enseñaron este concepto.
Es
vital que nos liberemos de esas ideas tontas y pasadas de moda, que no
nos sirven de apoyo ni nos alimentan. Yo siento con todas mis fuerzas la
necesidad de creer que Dios está con nosotros, y no contra nosotros.
Son tantas las religiones que hay para elegir, que si usted ahora tiene
una que le dice que es un pecador y un gusano abominable, puede
buscarse otra.
No
estoy exhortando a la gente a que ande por ahí a todas horas buscando
contactos sexuales sin freno alguno. Lo que digo es que algunas de
nuestras normas no tienen sentido, y por eso tanta gente las viola y
vive según sus propias normas.
Cuando
liberamos a alguien de la culpa sexual y le enseñamos a que se ame y
se respete, automáticamente tenderá a tratarse -y a tratar a los demás—
de la manera que le resulta más gratificante y que más gozo le
proporcione. La razón de que muchas personas tengan tantos problemas con
su sexualidad es que sienten rechazo y repugnancia hacia ellas mismas, y
por eso se tratan mal... y tratan mal a los demás.
No
basta con que en la escuela se enseñe a los niños la parte mecánica de
la sexualidad. Es necesario que, en un nivel muy profundo, se les
convenza de que su cuerpo, sus genitales y su sexualidad son algo de lo
que hay que regocijarse. Yo creo realmente que las personas que se
aman y, por lo tanto, aman su cuerpo son incapaces de abusar de sí
mismas m de nadie más.
Considero
que la mayoría de los problemas de vejiga provienen de que uno se
siente irritado, generalmente, por su pareja. Estamos enfadados por algo
que tiene que ver con nuestra condición de mujeres o de hombres. Las
mujeres tienen más problemas de vejiga que los hombres porque son más
propensas a ocultar sus agravios. También la vaginitis significa
generalmente que una mujer ha sido afectivamente herida por su pareja. En
los hombres, los problemas de próstata tienen mucho que ver con la
autovaloración y con la convicción de que, a medida que envejecen, van
siendo menos hombres. La impotencia añade un elemento de miedo, y a
veces se relaciona incluso con el despecho hacia una pareja pasada. La
frigidez se origina en el miedo o la convicción de que está mal
disfrutar del cuerpo. Puede venir también del autorrechazo e
intensificarse en el contacto con un compañero poco sensible.
El
síndrome premenstrual, que ha llegado a adquirir proporciones
epidémicas, coincide con el incremento de cierta clase de anuncios en
los medios de comunicación. Me refiero a los que nos acosan
continuamente con la idea de que al cuerpo femenino hay que lavarlo,
limpiarlo, desodorizarlo, ungirlo de cremas, empolvarlo, perfumarlo y
volverlo a limpiar de mil maneras para que llegue a ser por lo menos
aceptable. Al mismo tiempo que las mujeres van llegando a un status de
igualdad, se las bombardea negativamente con la idea de que los
procesos fisiológicos femeninos no llegan a ser del todo aceptables.
Esto, unido a las enormes cantidades de azúcar que se consumen en la
actualidad, crea un terreno fértil para la proliferación del síndrome
premenstrual.
Los
procesos femeninos -todos, incluso la menstruación y la menopausia- son
normales y naturales, y como tales debemos aceptarlos. Nuestro cuerpo
es bello, magnífico y maravilloso.
Estoy
convencida de que las enfermedades venéreas expresan casi siempre
culpa sexual. Provienen de un sentimiento, a menudo subconsciente, de
que no está bien que nos expresemos sexualmente. El portador de una
enfermedad venérea puede tener contactos sexuales con muchas personas,
pero sólo aquellas cuyo sistema inmunitario mental y físico sea débil
serán susceptibles de contagio. Además de las afecciones clásicas, en
los últimos años se ha dado, entre la población heterosexual, un
incremento del herpes, una enfermedad que hace continuas recidivas para
«castigarnos» por nuestra convicción de que «somos malos». El herpes
tiene tendencia a reaparecer cuando estamos emocionalmente perturbados, y
eso ya es muy significativo.
Ahora
traslademos esta teoría a los homosexuales, que tienen los mismos
problemas que los heterosexuales, sumados al hecho de que gran parte de
la sociedad los señala con un dedo acusador y les llama pervertidos...
un calificativo que generalmente también les aplican sus propios padres.
Y ésa es una carga muy pesada de llevar.
A
muchas mujeres les aterra envejecer porque el sistema de creencias que
nos hemos creado se centra en la gloria de la juventud. A los hombres no
les preocupa tanto porque unas cuantas canas los hacen más
distinguidos. El hombre mayor suele ser más respetado, y hasta es
posible que lo admiren por su experiencia.
No
sucede lo mismo con los homosexuales, que se han creado una cultura que
pone un énfasis tremendo en la juventud y la belleza. Es cierto que
todos empezamos por ser jóvenes, pero sólo unos pocos satisfacen las
normas de la belleza. Se ha dado tanta importancia a la apariencia
física del cuerpo que se pasan totalmente por alto los sentimientos. Si
uno no es joven y hermoso, es casi como si no contara. Lo que cuenta
no es la persona entera, sino solamente el cuerpo.
Esta manera de pensar es una vergüenza, porque es otra forma de desvalorización.
Debido
al modo en que suelen tratarse entre sí los varones homosexuales, la
vivencia de envejecer es algo que horroriza a muchos de ellos. Es casi
mejor morirse que envejecer. Y el SIDA es una enfermedad que con
frecuencia mata.
Muchos
hombres homosexuales, cuando se hacen mayores, se sienten inútiles y
no queridos. Casi es mejor destruirse antes de llegar a eso, y muchos
se han creado un estilo de vida destructivo. Algunos de los conceptos y
las actitudes que forman parte del estilo de vida gay -el
exhibicionismo, las críticas constantes y despiadadas, la negativa a una
intimidad real- son monstruosos. Y el SIDA es una enfermedad
monstruosa.
Ese
tipo de actitudes y de pautas de comportamiento no pueden menos que
provocar culpa en algún nivel muy profundo, por mucho que podamos
parodiarlas en forma afectada. Esa afectación, que puede ser tan
divertida, puede ser también sumamente destructiva, tanto para quien la
practica corno para quien la padece. Es otra manera de evitar la
intimidad y el acercamiento.
De
ninguna manera es mi intención crear culpas a nadie. Sin embargo, es
menester que miremos las cosas que necesitamos cambiar para que
nuestras vidas funcionen con amor, júbilo y respeto. Hace cincuenta
años, casi todos los hombres homosexuales se mantenían en la sombra,
pero en la actualidad disponen de núcleos sociales donde pueden
manifestarse, al menos relativamente. Yo creo que es lamentable que
gran parte de lo que han creado sea causa de tanto dolor para sus
propios hermanos homosexuales. Aunque con frecuencia es deplorable la
forma en que los hombres «normales» tratan a los gays, la forma en que
muchos gays tratan a los de su misma condición es trágica.
Tradicionalmente,
los hombres han tenido siempre más parejas sexuales que las mujeres, y
naturalmente, entre hombres habrá muchos más contactos sexuales. No
creo que haya nada de malo en eso. Hay sitios previstos para satisfacer
esta necesidad y me parece bien, a menos que estemos dando a nuestra
sexualidad un uso equivocado. A algunos hombres les gusta tener muchas
parejas para satisfacer su profunda necesidad de autoestima, más bien
que por el placer que deriva de ello. No creo que haya nada de malo en
tener varias parejas, y tampoco censuro el uso «ocasional» del alcohol.
Sin embargo, si todas las noches terminamos sin sentido y si
«necesitamos» varias parejas por día nada más que para estar seguros de
nuestro valor, entonces hay algo en nosotros que no ancla bien, y es
preciso que hagamos algunos cambios mentales.
Ha
llegado el momento de la búsqueda del ser en su totalidad, el momento
de la sanación y no de la condenación. Debemos superar las limitaciones
del pasado. Todos somos parte de la divinidad, todos somos magníficas
expresiones de la vida. ¡Exijamos esto ahora!
El
colon representa nuestra capacidad de soltar y liberar aquello que ya
no necesitamos. Para adaptarse al ritmo perfecto del fluir de la vida,
el cuerpo necesita un equilibrio entre ingesta, asimilación y
eliminación. Y lo único que bloquea la eliminación de lo viejo son
nuestros miedos.
Aunque
las personas estreñidas no sean realmente mezquinas, generalmente no
confían en que siempre vaya a haber lo suficiente. Se aferran a
relaciones antiguas que las hacen sufrir, no animan a deshacerse de
prendas que guardan desde hace años en el armario por temor a
necesitarlas algún día, permanecen en un trabajo que las limita o no se
permiten jamás ningún placer porque tienen que ahorrar para cuando
vengan días malos. ¿Acaso revolvemos la basura de anoche para encontrar
la comida de hoy? Aprendamos a confiar en que el proceso de la vida nos
traerá siempre lo que necesitemos.
En
la vida, las piernas son lo que nos lleva hacia adelante. Los
problemas en las piernas suelen indicar un miedo a avanzar o una
renuncia a seguir andando en cierta dirección. Corremos, nos
arrastramos, andamos como pisando huevos, se nos aflojan las rodillas,
somos patituertos o patizambos y nos quedamos patitiesos.
Y
además, tenemos los muslos enormes, coléricamente engrosados por la
celulitis, llenos de resentimientos infantiles. Con frecuencia, no
querer hacer algo produce algún problema menor en las piernas.
Las
venas varicosas significan que nos mantenemos en un trabajo o en otro
lugar que nos enferma. Las venas pierden su capacidad de transportar
alegría. Pregúntese si está marchando en la dirección en que quiere ir.
Las
rodillas, como el cuello, se relacionan con la flexibilidad, sólo que
ellas hablan de inclinarse y de ser orgulloso, del yo y de la
obstinación. Con frecuencia, cuando avanzamos, nos da miedo inclinarnos
y nos ponemos tiesos. Y eso vuelve rígidas las articulaciones. Queremos
avanzar, pero no cambiar nuestra manera de ser. Por eso las rodillas
tardan tanto en curarse, porque está en juego nuestro yo.
Las rodillas tardan porque en ellas están en juego nuestro orgullo y nuestra autojustificación.
La
próxima vez que tenga algún problema con las rodillas, pregúntese de
qué está justificándose, ante qué está negándose a inclinarse. Renuncie
a su obstinación y aflójese. La vida es fluencia y movimiento, y para
estar cómodos debemos ser flexibles y fluir con ella. Un sauce se dobla y
se mece y ondula con el viento, y está siempre lleno de gracia y en
armonía con la vida.
Los
pies tienen que ver con nuestro entendimiento, con la forma en que nos
entendemos y en que entendemos la vida, tanto el pasado como el presente
y el futuro.
A
muchos ancianos les cuesta caminar. Su entendimiento se ha vuelto
parcial y retorcido, y con frecuencia sienten que no tienen adonde ir.
Los niños pequeños se mueven con pies alegres, danzarines. Los ancianos
suelen arrastrarlos como si se negaran a moverse.
La
piel representa nuestra individualidad, y los problemas dérmicos suelen
significar que de algún modo la sentimos amenazada. Tememos que otros
tengan poder sobre nosotros. Nos sentimos despellejados vivos, le
arrancamos a alguien la piel a tiras, tenemos afinidades o rechazos de
piel, decimos que un niño es de la piel de Barrabás, andamos con los
nervios a flor de piel.
Una
de las maneras más rápidas de curar los problemas de piel es nutrirse
uno a sí mismo repitiendo mentalmente, vanos centenares de veces por
día: «Me apruebo...». Así recuperamos nuestro propio poder.
Los
accidentes no son accidentales. Como todo lo demás que hay en nuestra
vida, nosotros los creamos. No se trata de que nos digamos que queremos
tener un accidente, sino de que nuestros modelos mentales pueden atraer
hacia nosotros un accidente. Perece que algunas personas fueran
«propensas a los accidentes», en tanto que otras andan por la vida sin
hacerse jamás un rasguño.
Los
accidentes son expresiones de cólera, que indican una acumulación de
frustraciones en alguien que no se siente libre para expresarse o para
hacerse valer. Indican también rebelión contra la autoridad. Nos
enfurecemos tanto que queremos golpear a alguien y, en cambio, los
golpeados somos nosotros.
Cuando
nos enojamos con nosotros mismos, cuando nos sentimos culpables, cuando
tenemos la necesidad de castigarnos, un accidente es una forma
estupenda de conseguirlo.
Puede
que nos resulte difícil creerlo, pero los accidentes los provocamos
nosotros; no somos víctimas desvalidas de un capricho del destino. Un
accidente nos permite recurrir a otros para que se compadezcan y nos
ayuden al mismo tiempo que curan y atienden nuestras heridas. Con
frecuencia también tenemos que hacer reposo en cama, a veces durante
largo tiempo, y soportar el dolor.
El sufrimiento físico nos da una pista sobre cuál es el dominio de la vida en que nos sentimos culpables. El
grado de daño físico nos permite saber hasta qué punto era severo el
castigo que necesitábamos, y a cuánto tiempo debíamos estar
sentenciados.
Tanto la anorexia como la bulimia expresan una negación de la propia vida, y son una forma extrema de odio hacia uno mismo.
La
comida es alimento en el nivel más básico. ¿Por qué habría usted de
negarse el alimento? ¿Por qué quiere morir? ¿Qué pasa en su vida, que
sea tan terrible como para que quiera abandonarla?
Cuando se odia a sí mismo, en realidad odia una idea que tiene de sí mismo. Y las ideas se pueden cambiar.
¿Qué
hay en usted que sea tan terrible? ¿Se crió en una familia que
criticaba continuamente su comportamiento? ¿O eran sus maestros quienes
lo criticaban? En sus primeros contactos con la religión, ¿le dijeron
que así, tal como usted era, «no servía»? Con demasiada frecuencia
procuramos hallar razones «comprensibles» que nos digan por qué no nos
quieren ni nos aceptan tal como somos.
«Gracias»
a la obsesión de la industria de la moda con la esbeltez, muchas
mujeres que se repiten continuamente a sí mismas: «¿Qué sentido tiene,
si con este cuerpo no sirvo para...?». ¡Concentran el odio en su propio
cuerpo. En un nivel están diciendo que si fueran más delgadas, entonces
las amarían, pero eso no funciona.
Nada funciona desde afuera. La clave es la aprobación y la aceptación de uno mismo.
La artritis
es una enfermedad que se origina en una constante actitud de crítica.
En primer lugar, la persona se critica a sí misma, pero también critica
a los demás. Los artríticos suelen ser muy criticados, porque su
propio estilo es criticar; entonces cargan con la maldición del
«perfeccionismo», es decir, con la necesidad de ser perfectos siempre y
en cualquier situación.
¿Conoce
usted a alguien en este planeta que sea «perfecto»? Yo no. ¿Por qué
nos imponemos normas que nos exigen que seamos «superpersonas» para
sentirnos apenas aceptables? Ésta es una expresión muy fuerte del «no
sirvo», y es una carga pesadísima de llevar.
Del asma
decimos que es un «amor que sofoca». La persona tiene la sensación de
no tener derecho a respirar por su cuenta. Los niños asmáticos suelen
tener una «conciencia sobredesarrollada»; asumen las culpas de todo lo
que anda mal en su medio, se sienten «indignos», no valiosos y, por
consiguiente, culpables y merecederos de castigo.
A veces, el cambio de clima cura a los asmáticos, especialmente si no los acompaña la familia.
En
general, al crecer, los niños asmáticos «dejan atrás» su enfermedad, lo
que en realidad significa que se van a estudiar a otra ciudad o a otro
país, se casan o por algún otro motivo se van de casa, y la enfermedad
se disuelve. Con frecuencia, más adelante pasan por alguna experiencia
que vuelve a accionar aquel antiguo interruptor que llevan dentro, y
entonces tienen otro ataque. Cuando eso sucede, en realidad no es una
respuesta a las circunstancias del momento, sino más bien a lo que
solía sucederles en su infancia.
Abscesos, quemaduras, cortes, fiebres, llagas, «itis» e inflamaciones diversas
son, todos, indicios de una cólera que se expresa en el cuerpo. Por más
que intentemos suprimirlo, el enojo encontrará maneras de expresarse.
Hay que dejar salir la presión acumulada. Nuestro enojo nos da miedo
porque sentimos que podemos destruir nuestro mundo, pero es algo que se
puede liberar simplemente diciendo: «Estoy enfadado por esto». Es verdad
que no siempre podemos decirle algo así a nuestro jefe, pero podemos
aporrear la cama o vociferar en el coche cerrado o jugar al tenis, que
son maneras inofensivas de descargar tísicamente la cólera.
Es
frecuente que las personas con tendencias espirituales crean que «no
deberían» enojarse. Ciertamente todos nos esforzamos por llegar al
momento en que ya no culpemos a nadie por nuestros sentimientos; pero
mientras no hayamos llegado a ese punto, es más saludable que
reconozcamos qué es lo que sentimos en un momento dado.
El
cáncer es una enfermedad causada por un profundo resentimiento
contenido durante muchísimo tiempo, hasta que literalmente va
carcomiendo el cuerpo. En la infancia sucede algo que destruye nuestro
sentimiento de confianza. Esta es una experiencia que jamás se olvida, v
el individuo vive compadeciéndose de sí mismo y se le hace difícil
cultivar y mantener durante mucho tiempo relaciones significativas.
Con un sistema de creencias así, la vida se muestra como una serie de
decepciones. Un sentimiento de desesperanza, desvalimiento y pérdida se
adueña de nuestro pensamiento, y nada nos cuesta culpar a otros de
todos nuestros problemas. La gente que tiene cáncer, además, es muy
autocrítica. Para mí, la clave de la curación del cáncer está en amarse
y aceptarse.
El
exceso de peso representa una necesidad de protección. Tratamos de
protegernos de heridas, agravios, críticas, abusos e insultos, de la
sexualidad y de las insinuaciones sexuales de un miedo general a la
vida, y también de miedos específicos.
Yo
tengo tendencia a ser gorda, y, sin embargo, con los años me he dado
cuenta de que cuando me siento insegura e incómoda suelo aumentar uno o
dos kilos. Cuando la amenaza desaparece, el exceso de peso se va
también, sin que yo haya hecho nada por eliminarlo.
Luchar
contra la obesidad es perder tiempo y energía. Las dietas no funcionan,
porque tan pronto como se las interrumpe, el peso vuelve a aumentar.
Amarse y aprobarse, confiar en el proceso de la vida y depositar su
segundad interna en el conocimiento del poder de su propia mente son
los elementos básicos de la mejor dieta que conozco. Póngase a dieta de
pensamientos negativos, y el problema del peso se resolverá solo.
Demasiados
padres y madres piensan que cualquier problema que tengan sus hijos se
soluciona atiborrándolos de comida. Estos niños, cuando crecen, cada
vez que tienen un problema se quedan hipnotizados ante el frigorífico
abierto, diciéndose: «No sé bien qué es lo que quiero».
Para
mí, cualquier clase de dolor es una indicación de culpa. La culpa
siempre busca el castigo, y el castigo crea dolor. El dolor crónico
proviene de una culpa crónica, con frecuencia tan profundamente
sepultada que ya ni siquiera tenemos la menor conciencia de ella.
El
sentimiento de culpa es una emoción totalmente inútil, que jamás hace
que nadie se sienta mejor ni modifica para nada una situación.
Su «sentencia» ya se ha cumplido, de manera que déjese salir de prisión. Perdonar no es más que soltar, dejar partir...
Las
embolias las provocan coágulos de sangre, una congestión en el
torrente sanguíneo que al llegar al cerebro interrumpe el
aprovisionamiento de sangre a una zona cerebral.
El
cerebro es el ordenador del cuerpo. La sangre es júbilo. Las venas y
las arterias son canales por donde circula esa alegría. Todo funciona
bajo la ley y la acción del amor. Hay amor en cada chispa de
inteligencia que brilla en el Universo. Es imposible trabajar y
funcionar bien sin sentir amor y júbilo.
El
pensamiento negativo produce atascos en el cerebro, y así no queda
margen para que el amor y el júbilo fluyan libre y abiertamente.
La
risa sólo puede fluir de un modo natural, y lo mismo pasa con el amor y
el júbilo. La vida no es hosca y ceñuda, a menos que nosotros la
hagamos así, a menos que decidamos verla así. Podemos encontrar un
desastre total en una mínima molestia, y un pequeño motivo de júbilo en
la mayor de las tragedias. De nosotros depende.
A
veces intentamos obligar a la vida a que vaya en cierta dirección que
no es la adecuada para nosotros. A veces nos creamos «ataques» para
obligarnos a tomar una dirección totalmente diferente, a reevaluar
nuestro estilo de vida.
La
rigidez en el cuerpo representa rigidez en la mente. El miedo nos
empuja a aferramos a viejas modalidades, y se nos hace difícil ser
flexibles. Si creemos que no hay más que una manera de hacer algo, no
será raro que nos volvamos rígidos. Siempre se puede encontrar otra
manera de hacer las cosas. Recuerden que hubo alguien que enumeró unas
250 maneras distintas de fregar los platos.
Fíjese
en qué lugar del cuerpo se produce la rigidez, búsquelo en la lista de
patrones mentales y allí verá en qué «lugar mental» se está volviendo
inflexible y rígido.
A
la cirugía le corresponde su lugar. Es buena para curar huesos rotos y
remediar accidentes y para estados que ya no se pueden solucionar de
otro modo. En estas condiciones, puede ser más fácil operarse y
concentrar todo el trabajo curativo en conseguir que la afección no
vuelva a repetirse.
Abundan
cada día más los profesionales médicos que están verdaderamente
consagrados a ayudar a la humanidad. Cada vez más médicos se vuelven
hacia las orientaciones holísticas, que buscan curar a la persona como
totalidad. Y sin embargo, la mayoría de ellos no trabajan con la causa
de ninguna enfermedad; se limitan a tratar los síntomas, los efectos.
Y
esto lo hacen de dos maneras: envenenando o mutilando. Si acude usted a
un cirujano, generalmente le recomendará que se opere. Sin embargo, si
la decisión quirúrgica ya está tomada, prepárese para la experiencia de
tal manera que transcurra con las menores complicaciones posibles, y
que usted se cure tan rápidamente como sea posible.
Pídales
al cirujano y a su equipo que colaboren con usted en este aspecto. Con
frecuencia, en el quirófano, los cirujanos y sus ayudantes no se dan
cuenta de que, aunque el paciente esté inconsciente, en un nivel
subconsciente sigue oyendo y entendiendo todo lo que se dice.
Se
de una mujer, miembro del movimiento de la Nueva Era, que necesitó una
operación de emergencia y antes de someterse a ella habló con el
cirujano y el anestesista para pedirles que por favor pusieran música
suave durante la operación y que continuamente le hablaran y se
expresaran entre ellos con afirmaciones positivas. Lo mismo le pidió a
la enfermera en la sala de recuperación. La operación transcurrió sin
dificultades, y la recuperación fue rápida y agradable.
A
mis clientes siempre les sugiero que se formulen afirmaciones como:
«Cada mano que me toca en el hospital es una mano dotada del poder de
curar y que no expresa otra cosa que amor» y «La operación se realiza
fácil y rápidamente, con un resultado perfecto». También se puede
decir: «Me siento perfectamente cómodo durante todo el tiempo».
Después
de la operación, procure escuchar a menudo música suave y agradable, y
dígase para sí: «Estoy curándome rápida, fácil y perfectamente, y cada
día me siento mejor».
Si
puede, grábese un cassette con una serie de afirmaciones positivas,
llévese un grabador o un walkman al hospital y escuche una y otra vez la
grabación mientras descansa y se recupera. Atienda a las sensaciones,
no al dolor. Imagínese que el amor fluye de su corazón, desciende por
los brazos y llega a las manos. Póngase las manos en la parte que está
curándose, y dígale que la ama y que está ayudándole a que se ponga
bien.
Cualquier
hinchazón del cuerpo representa atascos y estancamientos en el estado
emocional. Nosotros mismos nos creamos situaciones en que nos «hieren» y
nos aferramos luego a su recuerdo. Con frecuencia las hinchazones
representan lágrimas contenidas que sentimos como algo enquistado, o
provienen de culpar a otros por nuestras propias limitaciones.
Renuncie
al pasado; déjelo que se vaya y recupere su propio poder. Deje de
estar pendiente de lo que quiere, y use su mente para crear lo que «sí
quiere». Déjese llevar por la marea de la vida.
Los
tumores son falsos crecimientos. Si a una ostra le entra un granito de
arena, para protegerse lo rodea de un revestimiento duro y brillante.
Somos nosotros quienes lo llamamos «perla» y lo consideramos hermoso.
Si nos encarnizamos con una vieja herida, la cultivamos y no la dejamos cicatrizar, con el tiempo se convertirá en un tumor.
Es
como pasar una vieja película. Y creo que la razón de que las mujeres
tengan tantos tumores en el útero es que se centran en un golpe
emocional que ha afectado a su feminidad y lo cultivan. Es lo que yo
llamo el síndrome de «Él me ha dañado.»
El hecho de que una relación se acabe no significa que nada ande mal en mí, ni disminuye mi valor intrínseco.
Lo
que importa no es lo que sucede, sino cómo reaccionamos ante ello.
Cada uno es responsable en un ciento por ciento de sus experiencias.
¿Qué creencias sobre usted mismo necesita cambiar para atraer a su
ámbito vital formas de comportamiento que expresen más amor?
por Louise L Hay.
tomado del capitulo 14, del Libro Usted puede Sanar su Vida.
** Con amor escucho los mensajes de mi cuerpo **
BENDICIONES DE AMORLUZ PARA TODOS !!!